domingo, 23 de julio de 2017

Desde la Facultad.



Aunque sea un lugar común, los años mozos de la Universidad (en este caso, la Facultad de Derecho) ocupan la memoria de vivencias, desvaríos y alegrías entre clases, acampadas en la hierba y exámenes. Lo que nunca hubiera podido imaginar es que aquellas gratas amistades que nacieron entonces, en la décadas de los setenta, volvieran a aparecer, gracias al internet.

Todo empezó con mi primera novela, “El Delirio”, en la presentación en la Biblioteca Andreu Nin de las Ramblas. Por arte de magia apareció Luis López, que me había localizado meses atrás en la red. Cuando pasan los años (y las agendas de teléfono se vuelven amarillas o desaparecen) los de mi quinta perdemos los anclajes del pasado y los damos por finiquitado. Gracias a Luis, también me puse en contacto con Pedro Moreno, con quién había compartido algún que otro viaje por Europa y por España. En esta foto, salvada del recuerdo, aparecemos los tres junto a  Lidia, con esas pintas, que ahora nos hacen esbozar una sonrisa.



Y eso no quedaba así. Otro aliado tecnológico, facebook, me ayudo a recuperar a Esteve Gau, que todos pensábamos residiendo por tierras uruguayas, al otro lado del charco. Después de una vida azarosa y un regreso complicado a su Catalunya querida, tuvo la predisposición de venir a mi parada de Sant Jordi de este año. Tantas tardes pasadas compartiendo poesías y charlas literarias en su habitación de soltero de la calle Valencia. Aquí posa con “La Sonrisa de la Apsara”.

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